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viernes, 24 de febrero de 2012

El Origen de la Cumbia. Edición IX. La Cumbia renace en Santa Fe.

En la última entrega de “El Origen de la Cumbia nos referimos al importante desarrollo local que tenía la cumbia hacia mediados de la década del '60. Los Wawanco eran una banda cumbiera ampliamente reconocida, a la cual se sumó el Cuarteto Imperial, proveniente de las tierras Colombianas, conformando un tandem arrollador.
A su vez, hacia fines de los 60 y principios de la siguiente década comienzan a surgir en la Provincia de Santa Fe las primeras formaciones Cumbieras, con influencia colombiana y estilo propio, de la mano de un montón de gente y dentro de las cuales cabe mencionar la izquierda (y también la derecha) del eximio guitarrista Juan Carlos Denis.
Es que si alguna conclusión podemos llegar después de ocho zagas dedicadas a la prehistoria de la cumbia argentina (la cumbia a la que vamos a referirnos en cuanto dejemos de lado esta cháchara vacua, para entrar de lleno al fenómeno que queremos narrar); decíamos… si algo da cuenta este largo y sinuoso camino que hemos abordado hace tiempo y a lo lejos, es que la cumbia no se desarrolló en este país por arte de magia, no cayó del cielo, ni es un invento comercial de un trasnochado empresario para sacudir las bateas con un novedoso y extravagante invento del garketinggggg: Nouuuuuuuu my broder!.
Y de ello da cuenta la historia que a continuación queremos narrar y cuyo protagonista es Juan Carlos Denis. Este excelente músico comenzó su carrera musical hacia mediados de los 60, forjando un estilo singular que tuvo su manifestación plena en el primer disco que edita con el cuarteto (bajo, guitarra, percusión y voz/güiro), denominada Los del Bohio.

El estilo Santa Fe, en sus comienzos, presenta la particularidad de contar con el protagonismo de una dulce y melodiosa guitarra.
Estimado lector: somos sinceros con uds. cuando le contamos que, en este anhelo que se nos presenta de narrar una evolución de un fenómeno, de encontrar vinculaciones y nexos, causas y efectos, razones y explicaciones… sentimos la tentación de realizar una vinculación entre el derrotero de la instrumentación de la cumbia en la Argentina y lo sucedido, en forma paralela y en el mismo momento, en el país de Perú.
En efecto, nos referimos a la reconocida guitarra de Enrique Delgado que comienza a difundirse con la formación de los Destellos en el año ’66 y que da origen a la denominada Cumbia Peruana que tanto hemos disfrutado y, por si cabe alguna duda, seguiremos haciéndolo.
Sin embargo, desde el punto de vista musical, en lo que refiere a la sonoridad y ejecución, y dejando de lado que existe una evidente raíz común en el país colombiano, no encontramos ninguna evidencia que refiera a una influencia de la guitarra peruana en el fenómeno sucedido en Santa Fe. Tal vez una declaración oportuna de J.C. Denis podría borrar de un plumazo todas las especulaciones que rodean dicha cuestión (si es que la hay, o será simplemente un invento de este blog?).
Lo concreto, lo cierto e indiscutible, es que Los del Bohio fue una escuela de la cumbia con un director de lujo. Salieron de allí grandes valuartes de la cumbia que hoy en día siguen dando cátedra: Banana Mascheroni en Los de Fuego, Bernal en Fredy y los Nobles, el “Raton” Duarte en Los Lamas y Sergio Alguacil en… (mejor ni decirlo), además de músicos de la talla de Cacho Caraffa (Timbales).
La Cumbia en Santa Fe se arraigó, se hizo popular y se ramificó en diferentes direcciones y estilos. La longitud de esta nota no permite que nos extendamos, como efectivamente deberíamos, para hacer referencia a otros grandes de la cumbia que han surgido en Santa Fe: Los Palmeras, el recientemente extinto Leo Mattioli, el actual Mario Luis (porque si no hiciéramos referencia a él provocaríamos la furia del Niño Rocola), y unos cuantos etceteras.
De allí que para muchos opinologos en la materia la  capital cumbiambera en la Agrentina tiene su mostrador en Santa Fe...
Damos fin a esta extensa nota, porque suponemos que el lector a esta altura se encuentra apoyando su frente contra el teclado y emitiendo un gutural ronquido, en evidente manifestación de protesta por la notoria pérdida de equilibrio en el contenido de esta zaga (si es que alguna vez la tuvo), entre información y divagación.
Antes de retirarnos, con el estilo que nos identifica, queremos motivar una reflexión al lector y que es del interés de la Orquesta Delio Valdez en los tiempos que le toca vivir a ella.
En simultaneo con el desarrollo artístico del fenómeno de la cumbia argentina, resulta importante señalar la aparición de un circuito musical nuevo y novedoso, donde el estilo consigue arraigarse y proliferar: grandes y rústicos galpones, con escenarios de mediana estatura, paredes a la cal y una decoración sencilla basada en las guirnaldas, banderines y luces de colores.
Se observa por entonces una separación, cuyas razones, fundamentos y motivaciones debería analizar aquel que cuente con los conocimientos en la materia; entre el circuito en el cual se generaba el folclore nacional, anclado principalmente en las peñas; y estas nuevas manifestaciones populares que dieron origen a las “bailantas”.
Estos galpones son la manifestación previa de las bailantas que hoy conforman el principal reducto de los cumbieros. Tenga en cuenta, estimado lector que El Tropitango abre sus puertas en 1981, en la zona norte de Gran Buenos Aires, Fantastico en 1987 en Capital y Killer en Quilmes por esa misma fecha.
Estimado lector, si por esas casualidades aún se encuentra leyendo estas líneas, si ha resistido el embate del sueño y a la queja de los lagrimales, si su cuello se ha mantenido erguido todo este tiempo y acaso queda en su cerebro alguna neurona dispuesta a seguir aguantando esta diatriba… es porque se merece esta bella recompensa: a su salú!.

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